Es fantástico tener clientes en todo el mundo. Sin embargo, a medida que las empresas se expanden internacionalmente, a menudo se enfrentan a políticas económicas, inestabilidad política o problemas regulatorios en países que se rigen por normas diferentes a las suyas. Incluso algo tan rutinario como cobrar un salario puede volverse inesperadamente complejo. ¿Qué sucede entonces?
Sudamérica es uno de los mercados agrícolas de mayor crecimiento a nivel mundial gracias a sus grandes extensiones de tierra, recursos y trabajadores cualificados. Expandirse a Sudamérica fue una decisión natural para Agronomix, ya que nuestro software está optimizado para español y ofrecemos un excelente servicio al cliente en ese idioma. Hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzo a proporcionar software a empresas sudamericanas para ayudar a garantizar el éxito de sus programas de fitomejoramiento, pero a veces nos enfrentamos a la incertidumbre a la hora de cobrar.
Estos problemas rara vez se deben a las propias empresas. Son el resultado de una situación compleja y reflejan el panorama económico o político más amplio, y exigen flexibilidad, paciencia y soluciones creativas. Por ejemplo, Argentina exige que las empresas obtengan autorización antes de convertir pesos argentinos a dólares estadounidenses o canadienses. Esto puede tardar más de un mes, y la inflación galopante, que el actual presidente intenta solucionar, no ayuda.
Este tipo de desafíos no son exclusivos de ningún país. Para las empresas con presencia global, gestionar la logística de pagos es solo una parte del trabajo transfronterizo. Las realidades económicas y políticas en los países latinoamericanos pueden ser complejas, y a menudo uno se encuentra atrapado entre la realidad de su cliente y la calidad de la información a la que puede acceder. ¿Su cliente se ve limitado por una regulación que usted desconoce? ¿Es válida su información sobre cómo hacer negocios en su país?
Como empresa, nos preguntamos: ¿valen la pena todas estas complicaciones?
Recientemente, he estado preguntando a empresas de México, Argentina y Estados Unidos cómo gestionan este tipo de problemas, y me ha impresionado la cantidad de personas dispuestas a compartir los enfoques que les han funcionado. Como resultado, ahora vamos por buen camino. Algo que me ha quedado claro con todo esto es que las empresas extranjeras deben mostrar flexibilidad con sus clientes latinoamericanos, reevaluando las normas habituales de negocio país por país y empresa por empresa para el beneficio de todos.


