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Le debemos a las futuras generaciones afrontar de forma proactiva los retos normativos y políticos 

Hace unas semanas, un nuevo gobierno asumió el poder en Colombia. Este resultado electoral histórico fue noticia en todo el mundo, y mis colegas y yo en Corteva Agriscience estamos trabajando para saber más sobre este nuevo gobierno y las posibles implicaciones para el sector semillerista en Colombia y más allá.

Los cambios en el panorama político mundial pueden tener efectos importantes en el sector de las semillas, lo que probablemente no sea una novedad para nadie que esté leyendo esto. Lo que a menudo puede sorprendernos es lo importantes y extendidos que pueden ser estos efectos para las futuras generaciones si no estamos preparados para afrontarlos ahora.

Desde el punto de vista comercial, Brasil, Argentina y México tienen una gran importancia para Corteva. Desde el punto de vista operativo, Chile es crucial para el suministro de semillas a nivel mundial, en particular para los Estados Unidos y la Unión Europea.

Aunque hay un gran número de desafíos asociados a todas estas regiones, hay algunos particularmente destacados que dominan el debate en estos momentos. 

En Brasil, la legislación que regula la exportación de semillas tratadas está en nuestro radar. Actualmente, el entorno empresarial brasileño no fomenta nuevas inversiones, ya que la industria tiene dificultades para exportar semillas tratadas a países que utilizan dosis de tratamiento diferentes a las establecidas en Brasil. 

En Argentina, existe preocupación sobre la situación económica, que podría repercutir sobre la importación de insumos utilizados en la formulación de productos para la protección de cultivos y, en cierto modo, sobre la producción de granos. Este es un tema importante cuando se trata de la protección de cultivos, pero también presenta desafíos específicos para el sector de las semillas. 

Además, el reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual es un desafío constante en ese país. Por ejemplo, es importante tener en cuenta que actualmente los agricultores argentinos utilizan semillas certificadas en sólo el 15-20% de la superficie total sembrada con soja; y la cifra es similar para las semillas de trigo. En ese contexto, la industria semillerista ha dado un gran salto y ha lanzado Sembrá Evolución, un sistema por el que los agricultores reconocen el valor de la genética y las características biotecnológicas, no sólo de las semillas de soja o de trigo, sino también de las de algodón y otros cultivos importantes a nivel nacional. 

En México, el gobierno actual tiene una posición firme sobre el maíz transgénico y el glifosato. Además del hecho de que el gobierno de México no ha permitido el uso de semillas transgénicas pero es importador de granos transgénicos, según un decreto emitido a finales de 2020 que incluye un cronograma para que México suspenda el uso de maíz transgénico para 2024. Esto tendría un impacto sobre el flujo de granos hacia México en los próximos años.

En lo que respecta a Chile, el tema principal en este momento es una discusión política sobre el uso, la extracción y la importación de turba. Si bien la protección de las turberas de Chile es de suma importancia, un nuevo proyecto de ley que está estudiando el parlamento chileno propone algunas medidas drásticas que afectarían gravemente a la investigación y la producción de semillas en Chile, lo que podría afectar el suministro de semillas a nivel mundial y, concretamente, para los Estados Unidos y Europa. 

Se trata de cuestiones que, en su mayor parte, vienen planteando desafíos al sector desde hace muchos años. Además, en América Latina, más que en otras partes del mundo, la transición de poder y las convicciones políticas de los gobernantes pueden influir en la forma de diseñar las políticas y de gestionar las restricciones e incentivos de cada administración.  

El sector agrícola de todo el mundo se enfrenta a la volatilidad, ya sea por el clima, las plagas, las malezas resistentes, las enfermedades, la logística o los cambios normativos/políticos. En América Latina, este último es muy dominante. Esto, por supuesto, nos preocupa, pero no es sorprendente, ya que nos hemos visto enfrentados a esto desde hace mucho tiempo.

Muchos de estos problemas políticos y normativos pueden resolverse mediante la alineación de toda la cadena de valor, desde los proveedores de insumos hasta los grandes vendedores, pasando por los productores, exportadores y compradores. 

Este sector y toda la cadena de valor deben comunicar el valor del sector semillas a la sociedad y a los gobiernos, destacando sus efectos positivos en relación con el desarrollo económico -creación de empleo, importancia para el PIB y la renta- y también su valor para contribuir al progreso social y al cuidado del medio ambiente. 

Esto es crucial para encontrar una solución para los problemas que pueden ser complejos y no puedan resolverse en su totalidad, pero que tendrán amplias implicaciones para las generaciones futuras que deberán enfrentarse a sus propios desafíos. Podemos hacer mucho por esas generaciones si avanzamos ahora y si dejamos de patear estos problemas para adelante.

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