En la intersección del fitomejoramiento y la justicia social, la Dra. Hale Ann Tufan está rediseñando la investigación agrícola para que refleje a las personas a las que sirve.
El último día de la conferencia de la Asociación Nacional de Fitomejoramiento (NAPB), celebrada la semana pasada en Kona (Hawai), la Dra. Hale Ann Tufan, dirigiéndose a una asistencia cada vez más escasa, sonrió y dijo. “No hay nada como la igualdad de género para atraer al público, ¿verdad?”
Es un momento que le resulta familiar a la profesora asociada de la Facultad de Ciencias Vegetales Integradoras de Cornell: se encuentra en el borde de dos mundos. Uno es el de la genética y el fitomejoramiento, arraigados en la precisión empírica. El otro es el del poder, la identidad y el comportamiento humano, con sus matices, subjetivo y profundamente arraigado en la estructura misma de nuestros sistemas alimentarios.
Tufan no se inmuta ante la complejidad. Para ella es una motivación.
Tufan dirige el Laboratorio de Investigación Agrícola Equitativa (EQUAL) de la Universidad de Cornell, donde colabora con fitomejoradores, científicos sociales y responsables políticos para reimaginar cómo es la innovación agrícola y a quién sirve. Su trabajo abarca la fitopatología molecular, la investigación de género en el África subsahariana y los estudios sistémicos sobre el acceso a los alimentos y la adopción de tecnología.
Para Tufan, todo comienza con una verdad simple pero chocante: las desigualdades de género están insertas en los sistemas agroalimentarios mundiales.
“Tras cinco décadas de investigación, podemos afirmar con certeza que la desigualdad de género en la agricultura es generalizada. No hay excepciones,” afirma. “Y en la raíz de todo está el poder.”
Esta desigualdad se manifiesta en todos los ámbitos, desde el acceso a la tierra y las funciones de la mano de obra hasta el desarrollo de nuevas variedades de cultivos. No se trata sólo de lo que se planta. Se trata de quién decide qué plantar, qué necesidades se tienen en cuenta en el diseño de nuevas variedades y qué datos se recopilan y se utilizan.
El Granjero Invisible
En uno de sus estudios emblemáticos, Tufan colaboró con el programa nacional de mejora genética de Senegal para estudiar una cuestión aparentemente sencilla: ¿Cómo toman decisiones conjuntas los agricultores?
Su equipo recopiló datos detallados de los hogares -edad, estado civil, pautas de toma de decisiones- y realizó análisis de conglomerados para agrupar a las familias en distintas tipologías domésticas. Un tipo podría incluir parejas jóvenes con recursos limitados y desequilibrios de poder; otro podría destacar hogares en los que las mujeres participan activamente tanto en la producción como en las decisiones financieras.
Estas diferencias no eran sólo sociales. Afectaban directamente a las características de los cultivos a las que se daba prioridad. En los hogares con menos poder, las mujeres valoraban el rendimiento básico. En los hogares donde las mujeres tenían más control, los rasgos como el rendimiento de la biomasa — utilizada para alimentar a los animales – surgieron como factores clave.
“En el fitomejoramiento hablamos de ‘entornos objetivo,'” dice Tufan. “Pero rara vez hablamos de hogares objetivo. Y eso importa.”
Un Nuevo Enfoque de la Adopción de Tecnología
En otro de los estudios, el equipo de Tufan estuvo Costa Rica, donde cuestionaron los métodos convencionales de seguimiento en la elección de semillas. Normalmente, los investigadores toman muestras de las “listas de cultivadores de frijoles,” en las que predominan los hombres.
Pero, ¿qué ocurre cuando las mujeres también gestionan las parcelas, toman decisiones o guardan semillas?
El equipo de Tufan desarrolló un método de doble entrevista, identificando a los responsables principales y secundarios de cada hogar y cotejándolos con las huellas de ADN de los cultivos reales en el campo.
Lo que descubrieron fue tan intuitivo como innovador: al ser más conscientes de con quién se habla, se mejora drásticamente la precisión de los datos para la adopción de variedades.
“Con demasiada frecuencia, nuestros conjuntos de datos tienen un sesgo masculino por defecto,” afirma Tufan. “Y si no puedes ver a las mujeres en tus datos, no puedes servirles con tu ciencia.”
Sistemas de Semillas Con Alma
En las zonas rurales de Tanzania, la yuca se intercambia mano a mano, de vecino a vecino. Es un sistema de semillas basado en la confianza y no en transacciones formales. Sin embargo, cuando surgieron iniciativas de desarrollo para crear bancos de semillas comunitarios, las mujeres quedaron excluidas en gran medida.
El equipo de Tufan recurrió al aprendizaje participativo por acción: mediante conversaciones comunitarias, sesiones de escucha y codiseño. Al replantear la forma en que los líderes comunitarios se relacionaban con las mujeres y los jóvenes, el proyecto consiguió aumentar en un 70% el número de mujeres que participaban en la producción y el intercambio de semillas.
“No es sólo un proyecto de género,” subraya. “Es diseño de la innovación, hecho con contexto, con cuidado y con comunidad.”
Cambiar el Sistema Desde Dentro
Más allá del trabajo de campo, Tufan está sacudiendo los cimientos del propio funcionamiento de las ciencias agrícolas. Su laboratorio ha publicado artículos sobre temas que van desde la dinámica de género en los equipos de investigación interdisciplinarios hasta la carga invisible que supone el cuidado de los hijos para las profesoras de fitomejoramiento.
Una de las revisiones del alcance que codirigió, analizó los estudios de priorización de rasgos en la mejora de cultivos durante los últimos 50 años. Menos del 30% incluían datos de mujeres. Ese silencio, afirma, dice mucho.
“Hemos estado seleccionando cultivos para el usuario por defecto, que normalmente es masculino y comercial,” afirma. “Pero ¿qué pasa con la mujer de Uganda que cocina frijoles con leña, o la abuela de Guatemala que guarda semillas cada temporada? Ellas también forman parte del sistema.”
En una época de alteraciones climáticas, inseguridad alimentaria y transformación digital, Tufan cree que el futuro de la agricultura no reside en un único gen o conjunto de datos, sino en la pluralidad.
Pluralidad de personas. De perspectivas. De voces en la mesa.
“No podemos imponer la innovación y esperar que ocurra una transformación,” afirma. “Tenemos que pensar en combinar lo biológico con lo social, porque así es como se produce el verdadero impacto.”


