Mulitze fue el fundador de Agronomix Software, un obtentor visionario, mentor y un ser humano extraordinario.
Cuando conocí a Dieter, no me imaginé que estaba frente a una leyenda. Nacido en la Alemania de la posguerra, emigró a Canadá cuando era un bebé y creció como un humilde granjero en Ontario. Tras estudiar matemáticas e informática en la Universidad de Waterloo, obtuvo una licenciatura en ciencias agrícolas en la Universidad de Guelph y, más tarde, un doctorado en genética cuantitativa (1983) en la Universidad de Saskatchewan.
Incluso antes de terminar su doctorado, Dieter desarrolló su primer software de fitomejoramiento, el Crop Database Management System, en una computadora mid-frame DEC-2060, mucho antes de que existieran Internet o las computadoras personales.
Tras un posdoctorado en el ICARDA en Siria, se convirtió en profesor adjunto y luego profesor asociado de fitomejoramiento de cereales en la Universidad de Nebraska (1986-1990), donde realizó importantes aportes a la genética cuantitativa utilizando su propio software para gestionar programas de fitomejoramiento, lo cual fue una iniciativa visionaria para la época.
Más allá de sus logros profesionales, Dieter era un hombre dedicado a su familia y a sus hijos. Con el tiempo, su deseo de volver a Canadá, para estar más cerca de sus padres y criar a su familia allí, se hizo cada vez más fuerte.
Cuando le pregunté a Dieter cómo se le ocurrió la idea de crear una empresa de software para fitomejoramiento, recordó que, en la década de 1980, mucho antes de que se generalizaran las herramientas digitales de fitomejoramiento, ya escribía código personalizado. Su visión se adelantó a los tiempos. Entonces intervino el destino: en un vuelo casi vacío de regreso a Canadá, conoció a un compatriota que le sugirió: «¿Por qué no montas tu propia empresa? Puedo ofrecerte espacio en mi sede». Esa conversación dio lugar a la fundación de Agronomix Software en julio de 1990 en Portage la Prairie, Manitoba.
La influencia de Dieter fue más allá del software. Es autor de libros que combinan ciencia, filosofía y fe, como Pills for the Soul? (2008), The Great Reduction (2005) y The Great Substitution (2003). Viajó por todo el mundo capacitando a fitomejoradores, a menudo ajustando su agenda para adaptarse a las necesidades de ellos y, en el proceso, se convirtió en un viajero con más de un millón de millas recorridas.
Conocido por su agudo ingenio y su humor reflexivo, Dieter dejó una huella en la cultura de nuestro equipo. Incluso después de jubilarse, actuó con integridad, eligiendo a las personas adecuadas para llevar adelante Agronomix en lugar de venderla al mejor postor. Su legado no solo reside en la innovación, sino también en los valores y el futuro que le aseguró a la empresa.
Reflexiones Personales
Chris Leonard, presidente de Agronomix Software y yerno de Dieter
Conocí a Dieter durante uno de sus muchos viajes de negocios. En 2005 yo vivía en Brisbane, Australia, y él estaba allí para asistir al curso anual de formación de Agronomix y a la graduación de Karissa en el programa Youth With A Mission. Su amabilidad y su interés genuino por las personas quedaron patentes desde nuestra primera conversación.
Karissa y yo éramos buenos amigos y me invitaron a participar en algunas de sus excursiones familiares. Dieter me preguntó amablemente por mi vida, mi fe, mi familia y mis experiencias de viaje. Fue entonces cuando supe por primera vez de Agronomix.
A Dieter le encantaba hablar de Agronomix y yo disfrutaba escuchando su sabiduría y sus innumerables experiencias. Su humildad y su capacidad para replantearse las decisiones en aras del bien común, una cualidad poco común en los líderes, demostraban lo mucho que valoraba la misión de Agronomix por encima de su comodidad personal. Creaba de forma natural un entorno seguro para el crecimiento, empoderándome a mí y a los demás. Este estilo de mentoría ayudó a formar a los futuros líderes de Agronomix.
Marsha’H Lynn A-Marcelin, vicepresidente de operaciones de Agronomix Software
Lo que distinguía a Dieter era su pasión de toda la vida por el fitomejoramiento y su audaz visión de ayudar a poner fin al hambre en el mundo, una misión que asumió como su Gran Objetivo Audaz (BHAG, por sus siglas en inglés). No solo soñaba a lo grande, sino que lo logró al fundar y desarrollar AGROBASE y Genovix, ahora convertidos en programas de software de fitomejoramiento de punta utilizados en todo el mundo para avanzar en la ciencia de los cultivos.
Fiel a sus valores, Dieter reinvirtió los beneficios de la empresa en programas agrícolas en países en desarrollo, asegurando que la tecnología llegara a quienes más la necesitaban. Su legado es el de una innovación con un propósito, un impacto global y una fe inquebrantable en el poder de la ciencia para alimentar al mundo.
Más allá de su brillantez, Dieter aportaba calidez y humor a todas sus interacciones. Su presencia era energizante e inspiradora, y su ausencia se siente profundamente. En Agronomix seguimos sintiéndonos honrados y comprometidos con llevar adelante su visión, sus valores y su incansable pasión por la excelencia.
Mary Jane Mercado, directora financiera de Agronomix Software
Dieter encarnaba tres cualidades perdurables que me influyeron profundamente: la humildad, la reverencia por Dios y una profunda sabiduría. Dirigió Agronomix con integridad, compasión y una brújula moral inquebrantable: su liderazgo fue verdaderamente transformador.
Con su optimismo y humor, iluminaba cualquier lugar donde estuviera y fomentaba un ambiente de respeto e inspiración. Sigue siendo mi líder ideal; aunque ya no está con nosotros, su espíritu y sus enseñanzas siguen guiándome en los negocios y en la vida. Su legado perdura, no solo en su trabajo, sino en las innumerables vidas que tocó.
Reflexiones Finales
Como responsable de marketing de Agronomix, una de mis mayores esperanzas era que la historia de Dieter fuera reconocida más allá de nuestras paredes. Durante años, soñé con que apareciera en la portada de Seed World, para dar a conocer sus silenciosas pero profundas contribuciones al fitomejoramiento, y hacerlo mientras él aún estuviera aquí para verlo. Ese homenaje ahora se ha publicado, y es precioso. Siento un orgullo inmenso, porque nadie merecía más este reconocimiento. Pero también siento tristeza. Ha llegado un poco tarde. Ojalá Dieter hubiera podido verlo, leer las palabras y sentir el aprecio de sus compañeros, su equipo y la comunidad mundial de fitomejoradores cuyo trabajo defendió durante décadas.
Imagino que habría sonreído, habría hecho uno de sus ingeniosos comentarios y lo habría aceptado con discreción. Aun así, ojalá estuviera aquí para compartir este momento con nosotros. Este número de Seed World es más que una revista. Es una celebración de un verdadero pionero, un visionario que creyó que los fitomejoradores necesitaban mejores herramientas mucho antes de que el mundo entendiera por qué. Un mentor, un científico, un hombre de profundos valores que construyó algo duradero y significativo para los fitomejoradores de todo el mundo.

