Un estudio pionero de Embrapa ha demostrado que el trigo producido en Brasil emite menos carbono que el promedio mundial, y que las emisiones podrían reducirse aún más. Realizada en el sureste de Paraná, la investigación reveló que la adopción de prácticas y tecnologías sostenibles existentes podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la producción de trigo hasta en un 38%.
Publicado en la Revista de Producción Más Limpia, el estudio es el primero en Sudamérica en estimar la huella de carbono del trigo desde la explotación agrícola hasta la producción de harina, y el primero a nivel mundial en una región subtropical. La producción de trigo de Brasil promedió 0,50 kg de CO₂ equivalente por kilogramo, inferior al promedio mundial de 0,59 kg.
Los investigadores analizaron datos de 61 explotaciones agrícolas durante la temporada 2023/2024 y dieron seguimiento a todo el proceso de molienda en una planta local. La evaluación incluyó insumos como fertilizantes y pesticidas, así como etapas posteriores a la cosecha, como el transporte, el secado y la producción de harina, según un comunicado de prensa.
Los Fertilizantes Nitrogenados son la Principal Fuente de Emisiones en la Producción de Trigo
El estudio identificó a los fertilizantes nitrogenados como el mayor contribuyente a la huella de carbono del trigo, siendo la urea la principal responsable. La aplicación de urea genera importantes emisiones de óxido nitroso (N₂O), que representan hasta el 40 % de los gases de efecto invernadero asociados a la producción de trigo. A pesar de su popularidad debido a su bajo costo, su impacto ambiental es elevado.
Los investigadores descubrieron que reemplazar la urea con nitrato de amonio y calcio (NAC) podría reducir las emisiones de carbono en un 4 %, lo que ayudaría a disminuir la huella ambiental general del cultivo. Este cambio también podría mitigar la acidificación del suelo, otra importante preocupación ambiental en el cultivo de trigo.
“Cuando la urea no es completamente absorbida por las plantas o se lixivia como nitrato, se producen reacciones que liberan iones hidronio, aumentando la acidez del suelo. Por otro lado, los fertilizantes a base de NAC ayudan a neutralizar este efecto gracias a su contenido de calcio”, explica Marília Folegatti, investigadora de Embrapa Meio Ambiente (SP). Folegatti señala que reducir la dependencia de fertilizantes sintéticos requerirá una adopción más amplia de tecnologías alternativas, como biofertilizantes, biopesticidas, fertilizantes de liberación lenta y nanofertilizantes. También destaca la investigación en curso para producir urea verde y nitrato de amonio mediante fuentes de energía renovables.
Maria Cléa Brito de Figueiredo, investigadora de Embrapa Agroindustria Tropical (CE), añade que los fertilizantes nitrogenados también son la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en otros cultivos estudiados por Embrapa, como las frutas tropicales —como el mango, el melón y el coco verde— al analizar las huellas de carbono e hídrica.
“Además, la producción de fertilizantes sintéticos genera metales pesados que contribuyen a la contaminación del suelo, lo que puede afectar la calidad de los alimentos, la salud humana y los ecosistemas”, advierte la científica.
El estudio también destaca que el uso de cultivares de trigo de mayor rendimiento puede reducir el impacto ambiental al producir más con menos recursos, como la tierra y el agua. Asimismo, enfatiza la necesidad de considerar otros factores ambientales, como la biodiversidad y la salud del suelo. Investigaciones futuras que incorporen estos elementos podrían proporcionar un panorama más completo de la sostenibilidad de la producción de trigo en las regiones tropicales y subtropicales.
Sostenibilidad y Perspectivas para la Producción de Trigo
A nivel mundial, la huella de carbono de la producción de trigo oscila entre 0,35 y 0,62 kg de CO₂ por kilogramo de grano, dependiendo de las condiciones climáticas regionales y las prácticas agrícolas. El promedio mundial se estima en 0,59 kg de CO₂ por kilogramo.
Brasil destaca en este panorama, con una huella promedio de 0,50 kg de CO₂ por kilogramo de trigo, inferior a las cifras reportadas para China (0,55), Italia (0,58) e India (0,62).
“Aún podemos evolucionar. El estudio indica que, con algunos ajustes, nuestras cifras pueden acercarnos a referencias como Australia y Alemania, que presentan indicadores cercanos a 0,35”, evalúa Álvaro Dossa, analista de Embrapa Trigo (RS). Según el artículo, en los escenarios estudiados, utilizando tecnologías ya disponibles, la huella de carbono del trigo brasileño puede reducirse en un 38 %. A nivel mundial, los datos de la huella de carbono de la producción de trigo varían según el continente, con estimaciones promedio de 0,24 kg de CO₂/kg en África, 0,68 en Asia, 0,33 en Europa, 0,42 en América del Norte y 0,29 en Oceanía, aunque la producción de trigo en estas regiones aún es limitada. El estudio de Embrapa es el primero en proporcionar estimaciones de la huella de carbono del trigo en Sudamérica.
Además de las emisiones de carbono, la investigación también evaluó los impactos ambientales de la producción de trigo y harina de trigo en el uso del agua, la acidificación del suelo, la eutrofización marina y de agua dulce, y la toxicidad, tanto humana como ecológica.
“La producción de trigo en Brasil tiene un impacto superior en categorías como la acidificación del suelo y la ecotoxicidad terrestre, debido a las emisiones de fertilizantes y pesticidas. Sin embargo, los resultados del estudio sugieren que, con el uso de cultivares más eficientes y prácticas sostenibles, la producción brasileña puede consolidarse entre las más sostenibles del mundo”, afirma Marília Folegatti.
En otras categorías ambientales, la producción de trigo de Brasil muestra ventajas sobre otros países. El uso de cultivos de secano ayuda a reducir significativamente el consumo de agua durante el crecimiento del grano, lo que disminuye el impacto en los cuerpos de agua. Sin embargo, la producción de fertilizantes NPK (nitrógeno, fósforo y potasio) sigue contribuyendo al consumo de agua.