Se prevé que la crisis climática impacte significativamente la agricultura, con enfermedades vegetales más severas, resistentes y difíciles de controlar. Un estudio de Embrapa pronostica que para 2100, el 46% de las enfermedades agrícolas en Brasil empeorarán, afectando directamente a cultivos clave como arroz, maíz, soja, café, caña de azúcar, hortalizas y frutas. El aumento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvia promoverán la propagación de hongos, virus y vectores, lo que requerirá una reestructuración de los sistemas de monitoreo y control fitosanitario de Brasil.
Esta proyección proviene de una revisión exhaustiva de 304 patosistemas (pares patógeno-planta huésped) en 32 cultivos brasileños importantes. El estudio reveló que los hongos son los patógenos más comunes, presentes en casi el 80% de los casos analizados.
Más Calor, Más Enfermedades
El cambio climático creará condiciones más favorables para la propagación de patógenos. El estudio predice un aumento de temperatura superior a 4,5 °C en algunas regiones brasileñas para finales de siglo, a menos que se tomen medidas globales urgentes. Para enfermedades fúngicas como la antracnosis y el oídio, este escenario ofrece condiciones ideales para su desarrollo. Además, los cambios en las precipitaciones, con períodos secos o húmedos más intensos, perturbarán aún más la dinámica de las enfermedades, según un comunicado de prensa.
“La predicción de enfermedades en un escenario de cambio climático es un desafío complejo que requiere la continuidad de la investigación y la implementación de nuevas estrategias de adaptación”, afirma la investigadora Francislene Angelotti, de Embrapa Semiárido (PE). También destaca la importancia de las inversiones para fortalecer los sistemas y estructuras fitosanitarias nacionales y promover la innovación científica para afrontar los desafíos que impone el cambio climático.
Expansión de Vectores
No solo los hongos representan una amenaza. Se prevé que las enfermedades transmitidas por vectores, causadas por plagas como pulgones, cochinillas, trips, mosca blanca y ácaros, adquieran mayor importancia en todo Brasil. El investigador de Embrapa Meio Ambiente (SP), Wagner Bettiol, explica que el aumento de las temperaturas acorta el ciclo de vida de estos insectos y aumenta su longevidad, lo que resulta en poblaciones más numerosas y activas durante todo el año. Esto supone un mayor riesgo para cultivos como la papa, el plátano, el tomate, los cítricos y el maíz, que ya son vulnerables a estas plagas.
Impacto en los Plaguicidas Agrícolas
Las investigaciones indican que el cambio climático podría reducir la eficacia de los plaguicidas agrícolas, lo que obliga a ajustar las estrategias de control fitosanitario. Los cambios climáticos alterarán la dinámica de los fungicidas en las plantas (cómo se absorben, transportan y degradan), a la vez que desencadenarán cambios morfológicos y fisiológicos en los cultivos.
Como resultado, los tratamientos químicos pueden volverse menos efectivos o requerir aplicaciones más frecuentes, lo que incrementa los costos y los riesgos ambientales. Esto ya ha impulsado la búsqueda de alternativas, en particular agentes de control biológico como los biopesticidas.
Liderazgo de Brasil en Biocontrol
Brasil es el mayor productor y consumidor mundial de biopesticidas, con la mayor superficie agrícola bajo control biológico. Se espera que el mercado mundial de biopesticidas alcance los 19.490 millones de dólares para 2030, según Research and Markets.
Sin embargo, los investigadores advierten que Brasil debe acelerar la adaptación de los bioagentes a las condiciones climáticas cambiantes. “Necesitamos urgentemente desarrollar bioherbicidas y productos biológicos que mejoren la eficiencia del uso del nitrógeno y reduzcan el estrés vegetal”, afirma Bettiol. También aboga por el avance de soluciones biológicas para controlar enfermedades estratégicas como la roya asiática de la soja y la roya del café, así como por la selección de agentes de biocontrol adecuados al nuevo clima.
Monitoreo y Acción Coordinada
Los expertos sugieren una combinación de estrategias para proteger la agricultura brasileña, incluyendo el análisis de riesgos, la prevención, la adaptación, el fortalecimiento de la vigilancia fitosanitaria, el impulso a la inversión en investigación y el fomento de la cooperación internacional. Las medidas a corto plazo incluyen la diversificación de los sistemas de cultivo, la integración de diversas tecnologías de gestión, el uso de agentes biológicos y la adopción de modelos de pronóstico y alerta de epidemias.
“Abordar estos desafíos requiere políticas públicas eficaces y un esfuerzo coordinado entre agricultores, científicos y gobiernos para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del sector agrícola”, refuerza Angelotti. Destaca que la adaptación al cambio climático en el campo no puede depender únicamente de los agricultores: se necesita una articulación entre la ciencia, el gobierno y el sector productivo.
Riesgo Fitosanitario: Una Preocupación Estratégica para Brasil
El estudio destaca la vasta diversidad agrícola de Brasil, que abarca una amplia gama de climas e incluye cultivos tanto tropicales como templados. Esta diversidad subraya la necesidad de evaluaciones regionales adaptadas a la dinámica de los problemas fitosanitarios en diferentes zonas de producción y escenarios climáticos futuros. La investigadora de Embrapa Meio Ambiente, Emília Hamada, destaca la importancia de estudiar la distribución espacial y temporal de los patógenos en el contexto del cambio climático. Enfatiza que los experimentos de campo son esenciales para identificar vulnerabilidades e implementar medidas de protección para los sistemas agrícolas.
Según Hamada, las proyecciones climáticas sugieren que algunas regiones de Brasil podrían experimentar aumentos de temperatura de hasta 4,5 °C para el año 2100. Estos cambios, junto con las modificaciones en los patrones de lluvia, probablemente agravarán el riesgo de enfermedades fúngicas, como la antracnosis y el oídio, según la región.
Identificar escenarios de riesgo es fundamental para comprender cómo el cambio climático afectará la vulnerabilidad de los cultivos. Se necesita más investigación científica para prevenir daños económicos y ambientales, concluye Hamada.
Ciencia y Adaptación como Soluciones Clave
El estudio de Embrapa deja claro que el cambio climático ya está moldeando el futuro de la agricultura brasileña. Si bien las posibles pérdidas económicas y ambientales son significativas, la planificación estratégica, la innovación y la acción coordinada pueden transformar este desafío en una oportunidad para modernizar los sistemas de defensa vegetal de Brasil.
El estudio completo está disponible en este enlace.